viernes, 2 de julio de 2010

Remember me.

Una flor rosa en el pelo. Fuegos artificiales en el parque. Sombreros de fiestas. Tardes-noches de fútbol, frío y
baile. Y muchas más cosas de las que ya no me acuerdo.

Érase una vez una muchacha tímida que sucumbió a los encantos de un joven. Esos encantos solo los veía ella, pues
ninguna de sus amigas lo encontraba ni interesante ni atractivo. Pero ella no se encontraba bien consigo misma, así
que tampoco podría gustar a los demás. Intentó durante muchos años conseguir que se fijara en ella como algo más que
una amiga, pero incluso de las palabras directas él se escabullía. Esta historia ha empezado como un cuento, pero tiene una peculiaridad: no cuenta con un final feliz. La vida sigue,
y la muchacha siempre conservará un cariño especial por ese chico, aunque no forme parte de su vida y la distancia
haya hecho mella en su relación amistosa.



Tardes de charla. Chalet y piso. Baile. Amistad.
Siempre me ha gustado la astrología/astronomía y todo lo que se le parezca. Sin embargo, la madre naturaleza educó
al Astro Rey según la teoría heliocentrista que no debería verse reflejada en las relaciones humanas. O, al menos,
así lo veo yo. Llegó el fin. Un fin deseado por aquel entonces ya que el estado emocional que provocaba en sus protagonistas (por
lo menos en una de ellas) no era beneficioso. Aún así, siempre quedarán reminiscencias en el recuerdo y, por mucho
que vaya perdiendo la memoria, el sentimiento que producen perdurará.

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